Seguro
que has oído hablar del Coliseo, uno de los monumentos más
grandiosos de los antiguos romanos. Desde luego, el edificio estaba
preparado para todo; por eso, cuando llovía o hacía sol, podía
cubrirse con un gigantesco toldo.
La majestuosidad del Coliseo ha resisitido el paso del tiempo. Aún hoy parece que podemos escuchar allí los rugidos de las fieras o los gritos enfervorizados del público aclamando a sus ídolos: los gladiadores.
La majestuosidad del Coliseo ha resisitido el paso del tiempo. Aún hoy parece que podemos escuchar allí los rugidos de las fieras o los gritos enfervorizados del público aclamando a sus ídolos: los gladiadores.